Por ahí leí que la intuición esa “eso que sabes, que no sabes como lo sabes, pero sabes”, y más allá del trabalenguas y la risa, es verdad.
La intuición sólo se desarrolla bajo el cobijo de la luna, entre sombras, sin ruido, en solitario, calladitos para reconocerse y escucharla, para activarla y fortalecerla.
Lejos del ruido mental y social, lejos de la luz que ciega, sólo ahí podemos comenzar a reconocerla.
Y al fortalecerla, entonces sí salimos al mundo, a la luz, al sol.
Al final, ya sabemos cómo tener acceso a ella, traeremos nuestra luna interna, que nos recuerde calmarnos, callarnos y escucharla.
La intuición es nuestra propia sabiduría, la de nuestra alma, la que está conectada a todos y por ello tiene toda la información.
Sólo hay que aprender a escuchar.