
Nuestra experiencia de la vida se desarrolla de forma diferente para cada uno de nosotros, nuestra unicidad hace que un mismo evento objetivo se viva de formas diversas. Por ejemplo, un evento como una inundación se vivirá de muchas maneras de acuerdo al carácter, temperamento, creencias, ideas, expectativas, deseos y hábitos de las personas que participaron en el evento; esta subjetividad tiene muchas razones, las ya mencionadas y otras como la que nos ocupa en este artículo: las dimensiones de percepción de la realidad.
Estas dimensiones nos hablan de la forma en que percibimos e integramos las experiencias en nuestra vida, la consciencia que tenemos del evento y sus implicaciones.
Si estamos claros que la consciencia es “darnos cuenta” de lo que ocurre, estas dimensiones de experiencia nos indican que tan profundamente nos damos cuenta.

La primera dimensión de la experiencia es la de supervivencia, en donde la vida se experimenta a través de los aspectos básicos de la vida como la alimentación, el empleo, el sueño, la casa. No nos explicamos nada, solo sobrevivimos a lo que experimentamos. En esta dimensión, no nos hacemos preguntas sobre nada, quizá nos quejamos o nos resignamos a lo que vivimos. Por ejemplo, despertamos por la mañana y tenemos rutinas casi automáticas que llevamos a cabo sin pensar, como revisar correos y mensajes, bañarnos, desayunar y salir al trabajo sin darnos cuenta cabal de lo que experimentamos entre haber despertado y estar ya en el trabajo.
En esta primera dimensión de experiencia vivimos la mayor parte de cada día, e incluso, hay quienes todo el tiempo se encuentran ahí.
No está mal ciertamente, pero podemos vivir de una forma más significativa.

La segunda dimensión de la experiencia es cuando ante un evento, le damos significado mentalmente, lo explicamos. Nos hemos dado cuenta de lo que sucede a un nivel mental y echamos mano de conceptos, creencias, expectativas y deseos para explicarlo. En el mismo ejemplo anterior, cuando despertamos para ir a trabajar, vamos mentalizando la experiencia: “qué flojera levantarme, sería bueno que pudiera dormir un poco más…mejor me apuro para bañarme porque ayer llegué tarde por tardarme… ¿qué voy a desayunar? … ¡me quedó bien el café! … ¿a dónde estarán mis llaves? … la verdad no quiero ir a trabajar, pero tengo que hacerlo, hay que pagar las cuentas…pero me aburro… ¡debo pensar bien qué quiero hacer de mi vida! … “y así en cada situación.
La tercera dimensión de la experiencia sucede cuando estamos atentos y conscientes de lo que ocurre. No la explicamos como la anterior, sino que involucramos nuestra capacidad de mantenernos presentes ante el evento. Nos damos cuenta de lo que ocurre, porqué y para qué ocurre, cómo se siente, y que significa para nosotros, por tanto, involucra todo nuestro ser: cuerpo, mente, emociones y espiritualidad. Esta tercera dimensión de experiencia es mucho más rica, profunda y significativa.
En el mismo ejemplo, diríamos que nos levantamos y “creamos” el día que deseamos, sintiendo, apreciando, quizá visualizando y atentos a lo que ocurre. Ya no solo nos levantamos como autómatas, sino que disfrutamos haber despertado, agradecemos, notamos lo que ocurre en el cuerpo, hacemos lo que éste nos indica, al bañarnos disfrutamos el agua, desayunamos lo que el cuerpo nos pide y salimos al trabajo conectados a la experiencia. Es posible que nos demos cuenta de que lo que hacemos no nos gusta y vamos trabajando en descubrir qué ocurre, qué deseo y abriéndonos a la posibilidad del cambio. Es decir, lo que ocurre nos implica, y al hacerlo, podemos conectar con nuestra creatividad y las múltiples opciones para tener cada vez una vida más armoniosa.
En esta dimensión de experiencia no estamos exentos del dolor y sus implicaciones, pero si nos mantenemos conscientes de ello, podemos transitarlos más fuertes, más armados y con mayor serenidad.
Ahora bien, estar presente en la experiencia puede resultar doloroso en ocasiones porque puede conectarnos a experiencias pasadas que salieron mal, a información familiar de prohibición, o simplemente, puede ser una experiencia que se sienta mal, lo cual nos coloca en una situación de aceptar, resignarnos o cambiarlo. Sin embargo, estar conscientes nos permite también tomar decisiones y acciones más acordes a lo que realmente queremos porque estarán informadas por nuestra esencia.
Vale la pena.
13/01/2025