La meditación Vippassana es una de las más antiguas de las que se tiene conocimiento, incluso se dice que la redescubrió el Buda S. Gautama hace más de 2500 años y que existía mucho antes que él. Como quiera que sea, fue la meditación en la que el Buda histórico basó la práctica meditativa en sus enseñanzas como el “remedio universal para los males universales”.
Esta meditación fue transmitida desde el Buda hasta nuestros días a través de una larga línea de maestros a discípulos.
La palabra विपस्सना (vippassana) proviene del idioma pali, que es el idioma en que están escritos los Vedas (texos antiguos del Hinduismo) y que se usa en la tradición Theravada una de las dos grandes ramas del Budismo (La otra es la Mahayana). Y su significado es “visión profunda” o “ver las cosas como realmente son”.
Para “ver las cosas como realmente son”, la base de esta meditación es la auto-observación, desde donde podemos ver la interconexión mente/cuerpo a través de las sensaciones físicas y el estado de nuestra mente. Esta auto-observación se lleva a cabo sin juicios, críticas o conceptos, es decir, solo somos el testigo de lo que va ocurriendo momento a momento, de tal forma que se van disolviendo las impurezas mentales y logramos una mente equilibrada. Por ello, la meditación vippassana se considera una senda de auto-transformación.
Si deseas practicarla, aquí te la platico:
Antes de comenzar, elige un lugar tranquilo donde no seas interrumpido, quítale el volumen a tu celular o apágalo para que no sientas la necesidad de verlo o contestar una llamada (medita a alguna hora en que sea poco probable recibir llamadas o avisa a las personas con las que vives para que estén pendientes si fuera necesario). Puedes prender una vela, un incienso o pasar palo santo antes de la práctica para generar una atmósfera que te invite a la calma.
En vippassana, la postura es muy importante porque estaremos en ella mucho tiempo y no queremos terminar contracturados o lastimados y al mismo tiempo, tener el cuerpo en paz abre la puerta a una mente en paz. Recomiendo sentarse en el suelo sobre un tapete de yoga o de meditación y sobre la orilla de un cojín firme que tenga una altura suficiente para poder cruzar las piernas con comodidad sin añadir tensión en las rodillas. Al sentarnos de esta forma, procuramos hacerlo sobre los isquiones para que la columna se alargue naturalmente. Colocamos los hombros hacia atrás, relajados, lo que permitirá el pecho abierto y por tanto, una buena respiración. La cabeza deberá encontrar el punto exacto donde no se sienta tensión en el cuello, y las manos las colocamos sobre los muslos o sobre el regazo. Si existiera dificultad para sentarnos en el suelo, lo podemos hacer sobre una silla, procurando poner las plantas de los pies sobre el piso y sentarnos a unos centímetros del respaldo para no recargarnos en él porque podemos llegar a dormirnos. Conviene que la ropa que usemos sea cómoda para que nada nos apriete y nos quitamos los zapatos para sentir con más claridad las sensaciones, y al mismo tiempo, mantenemos limpio nuestro espacio de meditación.
Ponemos una alarma con el tiempo que deseamos meditar; te sugiero 10 minutos la primera vez y gradualmente ir aumentando el tiempo hasta llegar a una hora si te sientes cómodo con ello.
Cerramos los ojos suavemente, ponemos atención a la zona del ombligo y respiramos naturalmente. Nos mantenemos observando conscientemente nuestra respiración y a todas las sensaciones que surgen.
Podemos quedarnos toda la meditación observando la respiración, o solo unos minutos y luego abrir la consciencia a la observación de otro objeto de atención como los sonidos, la luz, los olores e incluso a la mente, a los pensamientos que surgen. La clave es solo observarlos como un testigo sin engancharte en ellos o seguirlos.
Nota las sensaciones físicas y los objetos mentales que surgen de ellos, por ejemplo, si escuchas el ladrido de un perro durante la meditación, toma nota de ello y de los pensamientos y emociones que surgen. No tienes que explicarlos, conceptualizarlos ni juzgarlos, solo tomar nota de ellos a través de la observación.
Si te distraes con los pensamientos o comienzas a quedarte dormido, suavemente, sin juzgarte, regresa a la observación de la respiración y mantente ahí hasta que sientas que has vuelto a la calma y si te parece bien, regresas a la observación de las sensaciones físicas.
Una vez que suene tu alarma, apágala y mantente quieto con los ojos cerrados un poco más, para que vayas saliendo suavemente de la meditación. Relaja la postura, mueve tus manos y finalmente, abre tus ojos.
Luego de la práctica, te invito a no analizar lo que sucedió en ella, permite que se integre naturalmente en tu consciencia y sigue con tu día.
De la meditación vippassana se derivan muchas otras técnicas, así que si quieres introducirte a la meditación, conviene que la conozcas y la practiques para luego, encontrar la que más se ajuste a ti.
En los siguientes artículos seguiremos conociendo de manera general otros tipos de meditación, me encantará me acompañes en este recorrido.
06/07/2024