Todos conocemos a alguien que fue al psicólogo o incluso nosotros fuimos durante un tiempo. Llegamos ahí por una necesidad de entendernos y entender nuestro mundo. Yo lo hice durante casi 8 años con una maravillosa psicóloga, la hermosa Lidia. A esas visitas al sicólogo se les llama comúnmente “ir a terapia”. Sin embargo, no es la única forma si lo que queremos es sanar aspectos de nosotros, que nos generan sufrimiento.
Hay muchas otras terapias basadas o no en la sicología que pueden ayudarnos a re-conectar con nosotros mismos y resolver situaciones de vida desde la consciencia.
Una de ellas es el acompañamiento terapéutico.
Como su nombre lo indica, el acompañamiento terapéutico no pretende diagnosticar ni recetar, sino acompañar a la persona en sus propios descubrimientos, decisiones y acciones. Este acompañamiento se basa en una mirada profunda y entrenada para descubrir el funcionamiento, las creencias, los deseos, expectativas y experiencias dolorosas de la persona y mostrárselo para que tome sus propias decisiones y acciones, tanto si de cambiar una creencia se trate, o de llevar una acción externa.
En el acompañamiento terapéutico se utilizan diversas técnicas que dependerán del área de acción del terapeuta y éstas pueden incluir, meditación, visualización, movimiento, danza, ejercicios de atención o escritura y muchas otras, y por supuesto, la conversación, en la cual el terapeuta hará uso de la escucha activa, atenta y amorosa, libre de juicios y críticas.
El terapeuta deberá estar entrenado para mantenerse desapegado y al mismo tiempo amoroso hacia el paciente para permitirle a este último que se reconstruya por sí mismo sin que el terapeuta sea la causa sino el medio y eso se logra cuando el terapeuta mantiene en la medida de lo posible su equilibrio mental y emocional durante la sesión para poder ver y potenciar en el paciente que éste se reconozca capaz de acceder a su propio poder personal y hacer uso de él.
El acompañamiento terapéutico no es una “terapia” en el sentido estricto de la palabra, sino un acto de amor, en palabras de Osho “ Ser un buen terapeuta es un trabajo muy difícil. Un buen terapeuta tiene que ser inmensamente compasivo, porque no son sus técnicas de terapias lo que ayuda a la gente, es su amor…”
26/05/2024