En este momento de vida en el que la contingencia de salud que estamos viviendo a nivel mundial nos tiene encerrados en casa, sin poder abrazar a nuestros amigos y familiares, nos ha puesto en una situación en donde sí o sí, miro lo que pasa conmigo y mis relaciones con los demás y la vida misma.
Siempre podemos evadirnos y hay muchas herramientas para ello, como dormir, redes sociales, televisión, adicciones, medicamentos, etcétera.
Sin embargo, lo que miro estos días ahí está y podemos tomarlo, observarlo, trabajarlo y sanarlo. Es nuestra elección.
Como sea, una vez que termine la contingencia, al salir al mundo nuevamente, todos habremos cambiado.
Quizá saldremos más enojados, más deprimidos, más asustados, o bien, con relaciones rotas, sin saber qué hacer, o por el contrario, contento, empoderado, fuerte, con vínculos fuertes y sanos y con propósitos de vida.
Y entonces si, al hacer el trabajo para gestionar pensamientos, creencias y emociones, podemos renacer de esta situación, reinventados, y vivir mucho mejor.
Esta es una buena oportunidad para ello.